18 de abril de 2013

#MiPalacete

A veces te pilla la inspiración a mediados de Abril.
Otras veces te pilla metida en la cama, y otros días, da la casualidad de que estamos en Abril y estoy a punto de soñarte.
Entonces tiro de lápiz y agarro el único libro tuyo que ronda por la mesita.
Miro por la ventana y huele a feliz y a corto. Y escribo.

Es lo malo de las cosas buenas. No sé como lo hacen, pero saben volar.
Y te encuentras con cuatro corazones, (o cuatro habitaciones, para que me entendáis) volando como si Octubre tuviera complejo de cerca.
Y entonces, aparece el sofá verde mientras suena la lista de reproducción de las tardes de cocina.
Y miras los secretos que tenemos guardados en las esquinas, algunos segundos un poco perdidos, para de vez en cuando encontrarse. Como el papel de liar en los cajones, o el recuerdo que va dejando un lugar cuando pasan los días y cuando pasa la gente. Como los que se conocen nuestro invierno o los que vienen de pasada. O los que no viven ahí porque no duermen, pero siempre están. Por los que fueron una vez y robaron un trocito de almohada. O por los que llegaron una noche y se llevaron un corazón.
Simplemente, por cada uno que ha dejado su trocito de magia.
(Y por las cuatro que venimos incluidas, también)

Como vuelan las cosas buenas cuando les da cuerda el amor.
Que rápido se me escapa Madrid, cuando llega la primavera.

15 de abril de 2013

Hacen falta saber muchas cosas antes de saltar.


Hoy he vuelto al colchón del crimen.
No sé si de uno especial o de veinte diferentes, 
pero sí uno de los que no sobran. 
Entonces me he puesto a escribir esto, 
y me he dado cuenta que me jode bastante,
porque significa que de vez en cuando, 
también me haces falta. 
      -Y ya sabéis que no echar de más siempre jode.
Hace falta saber el grado de amor que hay en los besos a oscuras. 
Hace falta saber el nivel de realidad que esconde tu reloj. 
Ya sabes, 
los motivos a medias, 
los ojos vacíos, 
o las palabras que demuestran, pero no confiesan.
  Hoy he vuelto al colchón del crimen.
A tus manos despertándome,
a tu aliento suspirado en mi nuca y
a tu razón enredada en mi garganta.
No sé si es uno especial o sólo otro diferente, 
pero empezaré a besarte menos y a creerte más cuando sepa que,
creerte es confiar que creo que crees en mí.



-mientras, sigue cometiendo crímenes para no dejarnos matar.

4 de abril de 2013

El tiempo es el que pasa y el que sabe


Yo quería un punto y final después de nuestro paréntesis.

Creía que lo tenía muy claro y que era imposible que me hicieras cambiar de opinión. Que me hubiera gustado gustarte como te gustan sus ojos azules. O conseguir temblarte por dentro como te tiembla el mundo cuando ella pasea su cintura por ahí.

A lo mejor no soy capaz de descolocarte tanto el presente, porque quizás las cosas fáciles tienen menos encanto a la hora de jugar.

Pero tú ya jugaste conmigo y me dejaste en mitad de febrero sin buenas noches. Ahora no me ilusiono, aunque he de admitir que tenemos dos corazones descosidos a medida. Que sigues teniendo ese nosequé que hace que confíe en ti noseporqué y noséporcuántotiempo

Pero también me di cuenta de que eras pretéritamente imperfecto, como el verbo besar en la primera persona del plural.

Que también tienes historias de contrabandos y amores diferidos. Pero que amanecer contigo es pretéritamente perfecto, como la lluvia que golpea tu coche mientras nos besamos borrosos, pero conscientes.

Que después de un paréntesis, escribir otro párrafo, también es bonito.

Que el tiempo es el que pasa y el que sabe, y a veces, también el que decide…

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