10 de junio de 2012

Inviernos de camas distintas. Junios de besos cercanos.

Entre restos de vicios consumidos y de amores baratos, el mundo parecía venirse encima. 
Cuestionarse la existencia de personas perfectas que completaran tu vida imperfecta era algo normal.
Colgarte de un cualquiera en las ciudades pequeñas, fue el primer error. 
Sin embargo, empezar junio con la primera casualidad de la historia y dejar de lado a los héroes de barrio, fue la primera de las soluciones. 
A pesar de que me limitaba a observar sus gestos y a sonreír, no sabía cuánto le agradecía que esa noche estuviera conmigo.
Hubo quién me rompió el corazón en cada compás desenfrenado de caderas. Hubo quien lo intentó, pero nunca conseguían conocerme. 
Fue después de una sacudida con ganas en mitad de una noche de junio cuando me di cuenta de lo cerca que estaba. 
Alguien volvió a darle sentido a la complicidad que pocas veces se siente, pero muchas veces se intenta.
Solía sentarse en la ventana y fumarse un cigarro mientras me preguntaba si eso era lo que parecía o si de verdad era la persona perfecta que mi vida imperfecta necesitaba en ese preciso momento.
El peta de después y las risas en la cama me ponían en lo cierto.
Llevaba años sin rozar una piel con tanta confianza como la que había en esa habitación. 
Llevaba meses sin sentir una voz tan cerca, sin clavarme dentro del negro de unas pupilas buscando la respuesta a ese miedo incontenible.
Podéis llamarlo casualidad, complicidad o acierto. 
Deje de mendigar besos inútiles y dejé de recorrerme Madrid por un par de sábanas descolocadas que no valían ni la mitad que él.
Hablábamos de un hombro, de un amigo a tiempo que llama a la puerta el domingo más triste del mes, o de ese tipo de cosas que salían por su boca y que se clavaban dentro sin posibilidad de retroceso.
Eran palabras. Alguna caricia también. Era el abrazo que me daba después de romper los muelles de mi cama.
No tenía la sonrisa más bonita, pero cada motivo que me daba por estar ese instante mirándome, era suficiente. 

10 comentarios :

Marie dijo...

Tú y tus preciosos textos :)
un besazo preciosa

Anónimo dijo...

Todo valdepeñas te idolatra pero eres una creída de mierda no se porque todos los tios van a por ti y todas las tias quieren ser como tu porq a mi me das ascoooooooo nenaaaaa

Sandra dijo...

Entrar en blogger y ver una nueva entrada de alguien a quien merece la pena leer alegra a cualquiera! Y mas me alegra a mi cuando justo, en este mes de Junio, también estoy viviendo una bonita casualidad, un acierto, una verdadera solución.
Como siempre, y aunque no suela firmar, me encanta :)

bé. dijo...

No entiendo el porqué de ése anónimo, porque, si te envidian, es porque de verdad pueden hacerlo. Cómo escribes Agripina, de verdad, es que buah! Me encanta éste texto más que todos los anteriores y me alegro de que vuelvan a rozarte con casualidades que dejan sonrisas.
Increíblemente increíble.
Un beso.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Paula dijo...

Porrrrrrrrrfiiiiiiiiiiiin! Necesitaba una dosis de agri...
Esperar valió la pena..?
Un beeeeeeeeso enooooooooooooooorme!

Anónimo dijo...

Sencillamente increíble :)

Anónimo dijo...

"No tenía la sonrisa más bonita, pero cada motivo que me daba por estar ese instante mirándome, era suficiente".
Leo todas tus entradas y todas me encantan, pero esta, no sé, tiene algo realmente especial. Es más que preciosa de verdad.
Nunca dejes de escribir.
M.

Miriam dijo...

Me encantan cada uno de tus textos, los tengo leidos y reeleidos, eres grande besitos

LovingStrangers dijo...

Enooooooooorme

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