31 de diciembre de 2011

Cuesta abajo por tu tripa a la derecha.

Me gustaría recordar cuando la primera línea que te escribía no te desnudaba, pero te hablaba de madrugadas de septiembre. No sé cómo volví a pensar en esa noche. En los primeros besos buscados a tientas una tarde. El primer hotel, el primer febrero que habla de ropa en el suelo y de tu vida y la mía, que se volvieron una sin querer. Un calendario lleno de tardes, de música a oscuras, de ir cuesta abajo por tu tripa a la derecha. Te escribo de películas que duraban diez minutos y de amores que iban a durar para siempre. De besos de despedida en cinco segundos, o de cinco segundos que bastaron para separarnos. Historias que estarán siempre ahí aunque nunca vuelvan. Personas que fueron y que serán, aunque no de la misma manera. Maneras de vivir que pitaron fin de temporada en nuestras vidas. Maneras de vivir que nos cambiaron pero nunca nos reemplazaron.
Porque aunque vivas mil y una historias, siempre te acordarás de la primera que escribiste. Porque puedes perderte en un tejado, o en una boca equivocada. Puedes dejar pasar el tiempo y dejarte crecer las ganas, pero la vida no te va a esperar.
Porque sigo buscando eso de estar escritos el uno para el otro. Sigo buscando al que tenga una carta dedicada al amor de su vida en el cajón de su mesita, pero esta noche no quiera dormir solo. Busco que alguien pase la página y escriba conmigo un principio nuevo.
Te espero aquí, cuesta abajo por tu tripa, a la derecha.

22 de diciembre de 2011

Adiós Madrid.

 Hola Valdepeñas.

 
Hasta dentro de 18 días, 1 hora y 24 minutos. 
No es nada si se trata de ti.
P.D: FELIZ NAVIDAD Y ESAS COSAS :)

15 de diciembre de 2011

Quédate un ratito más.

 Hoy he soñado que me traías el desayuno a la cama. Me besabas entre la luz de la farola y la ropa interior. Me decías que éramos secreto.
Que en la calle era Diciembre, pero en mis muslos había historias escritas de un desliz de verano.
Me daba igual que me rompieras las medias, que me mordieras el cuello y me comieras con esos ojos que tienes. Yo te decía que odiaba que buscaras mi lengua y te conformaras con mis ojos. Te decía lo mucho que hacía falta hacer el amor para equilibrar el frío que guardaba bajo el ombligo. Tú me hablabas de vidas cruzadas y de polvos a la mitad. Yo te susurraba que era de las difíciles, pero que para ti era la chica más fácil de la canción.
Me decías que no había orgullo que por amor no viniera. Yo, que él que quiere que lo extrañen, se arriesga a que lo olviden.
El vodka dejó de hacer su efecto y dejé de pensar en polvos de una noche sin sentido. 
Seguías allí en la barra. Me comías con la mirada y el hielo de tu puta copa no era lo único que se derretía. Tenía ganas en el colchón y kilómetros en una maleta cada domingo. No te tenía a ti, pero esa noche estabas a dos pasos.
Que soy de las que beben para verte, no para olvidarte.
Que te olvidaría en el tren de vuelta, pero en el de ida ya estaba deseando verte.
Pero no me rompas los esquemas si no me vas a romper las medias.


5 de diciembre de 2011

Dame permiso para aterrizar.

No eran las manos de octubre, ni las siete vidas que se gastaron en el primer asalto. 
Era la segunda página del frío que llegaba a la capital con una cancion diferente. Un invierno que busca un escenario que no sea una cama. Un atardecer que escuche una risa y no un suspiro de placer. 
Un beso guarro de los que te incendian hasta el pasado. Un beso guarro que no sale bien y cierra de un portazo la puerta del coche. 
Buscaba una canción de amor aún sin componer.
En otras almohadas intentaba no morir de frío mientras se le enfriaba el corazón. Pero sabía que allí no se escribían canciones que no fueran con tres solos desafinados.
No era salir a ganar, ni tampoco perder la cabeza. Es más como salir a matar y morir en el intento. Son labios que poco gustan pero que mucho marcan, intentos de principio con tormenta después.  
Apenas empezábamos a empezar. Era un prólogo que fue el último capítulo. Un verso de mentira sólo para olvidar los kilómetros. Fue el principio de un final con camisa de cuadros. 
Era conocer por probar y probar para apostar. 
Y perdí, una vez más.


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