26 de septiembre de 2011

ELLA.

Ella es piel para que la toques. Es historia para que la escribas. Sombra para seguirla y canción para que la inventes.
No le gusta ser sueño de nadie, prefiere ser tu insonmio.
Tiene pestañas para comerte y tacones que abren paso entre tus ganas.
Tiene preguntas indiscretas, y de respuestas, ni hablamos. Tiene secretos guardados en la comisura de sus labios y es complicidad en cada confesión. 
Declara la guerra a los ojos azules y la guerra no acaba si no es ELLA la que gana. 
Su mirada es emocional, de racional ella no entiende
Para conocerla hace falta más de una vida, pero menos de dos. Pero para quererla, bastan cinco minutos.
Si la pierdes, estás perdido. Si la encuentras, puede que también.
Pero sea como sea, la vas a querer. Y a partir de ahí, puede empezar la historia.


P.D: Te quiero.

22 de septiembre de 2011

Caminamos para hacer girar el mundo.

Es la historia de una ciudad. De calles despiertas a las siete de la mañana y de septiembres que saben a café y biblioteca. Es la historia que ella escribe cada vez que coge ese tren. Un reglón escrito en un bar de tribunal o en una facultad que se cae a trozos. Son rincones a los que les sobra vida, paseos por calles que nunca acaban y noches que terminan de día con los tacones en la mano. Es la historia que se escribe cuando la próxima parada es Atocha. Es la historia que se escribe cuando un tren te cambia la vida. 
Llega Septiembre y la historia vuelve a empezar.
Pero en la primera hoja no hay ciudades grandes.
La primera hoja sigue hablando de ti.

8 de septiembre de 2011

5 de septiembre de 2011

Unos quieren evitar, otros quieren entender.


Último café antes de empezar a hacer la maleta. Septiembre y la ciudad vestida de fiesta.  
Hígados destrozados que intentan arreglar tu propio destrozo. O al menos, amanecen en el intento
Muchos los que intentan seducirla. Muchos los que arriesgan, y ninguno el que gana. 
Ella, con medio corazón en la garganta y respirando tu cuello en décimas de segundo. Con los huesos temblando, y sin esperar nada que le cambiara el día.
Días que acababan en tu boca, recuerdos que suenan a asfalto temblando bajo el neumático.
Ese trozo de césped que guarda algún que otro secreto, y un cuento sin cumplir.
Una mirada que busca leerte a ver si soy tus palabras o un maullido a media voz aunque sea de resaca.
Ni le dio tiempo a suspirar dos veces cuando cruzó la calle y gritó tu nombre. Tú querías evitar, ella quiere entender
Sacó la sudadera,  y el bolso no era lo único que se quedaba vacío.
Pero entonces, sonreíste. 
Y esa noche, tu sudadera azul ya no estaba entre mi ropa. 



Se fue. Como tú.

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